La mayoría de la gente es consciente de que una dieta saludable previene gran número de enfermedades y ayuda a mantener el cuerpo sano. Lo que no es tan conocido, quizás, es que una dieta rica en alimentos beneficiosos es el mejor tratamiento de belleza para que la piel luzca y conserve su juventud durante más tiempo.
La fórmula es:
Alimentación correcta +
Buenos hábitos de cuidados externo +
Descanso +
Uso inteligente del sol
Empezaremos hablando de los alimentos que causan inflamación y envejecimiento de las distintas capas de la piel, que son tres: Hipodermis (la más profunda), Dermis (la capa media) y Epidermis (la capa superficial que está en contacto con el exterior).
ALIMENTOS DAÑINOS
– El azúcar, especialmente azúcares refinados como el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa. Procura limitar los alimentos dulces, los zumos industriales y los refrescos. Cuando necesites comer dulce, opta por dátiles o por postres caseros endulzados con miel o panela.
– Grasas trans. Puedes identificarlas en las etiquetas con estos nombres: aceite parcialmente hidrogenado o hidrogenado. Son aceites vegetales modificados químicamente por el proceso industrial al que son sometidos. Son grasas muy dañinas para la piel.
– Embutidos y carnes procesadas. Cuidado, porque contienen nitritos y nitratos, dos enemigos para tu piel. Limita la cantidad de estos alimentos a una vez por semana como máximo.
– Carne roja a la parrilla. Evita los alimentos “churruscados” porque en el proceso de tostado de las grasas, se producen aminas heterocíclicas, muy perjudiciales para la piel.
– Alimentos altamente procesados (comida rápida, sándwiches industriales, precocinados…)
ALIMENTOS BENEFICIOSOS
– Jugo de aloe vera fresco. Es un alimento maravilloso que nos regala la naturaleza y que contiene doscientos nutrientes que incluyen vitaminas antioxidantes, vitaminas del grupo B, minerales antioxidantes, enzimas y un largo etc. Tardarás en notar los efectos unos 10 días, así que, sé persistente. La recomendación es tomar cada día entre 50 y 100 cl. de jugo de aloe vera, fuera de las comidas o mezclado con frutas. Si quieres hacer un tratamiento con efectos visibles, plantéate tomarlo durante tres meses seguidos.
– Té verde, rojo y blanco. Elije siempre tés que tengan muy poca teína y bébelos a lo largo del día, sin olvidar que tu piel también necesita agua, agua sin más.
– Verduras de hoja verde. Son ricas en clorofila y, por lo tanto, en magnesio- y coles -repollo, lombarda, coliflor y brócoli-.
– Nueces y almendras. Las grasas sanas de los frutos secos le encantan a la piel. No debes tener miedo a engordar, siempre que tomes una pequeña cantidad y sean crudos o tostados.
– Semillas de lino, girasol y calabaza. Puedes mezclarlas o tomarlas por separado. Las puedes añadir en ensaladas, arroces, purés (como topping), yogur, batidos, etc.
– Cereales completos. Olvídate de los cereales refinados (re-finados, ¡un finado es un muerto) y pásate a los granos enteros. La variedad es enorme, sal del aburrido binomio pan blanco/pasta blanca y sumérgete en el sorprendente y gustoso mundo de los cereales enteros.
– Salmón y pescados grasos de aguas frías. Busca los que sean de captura libre. Aunque pueden venir con metales pesados, al menos no traerán antibióticos y químicos como los de granja.
Por supuesto, y no menos importante, es el descanso. Para la piel, el descanso es un alimento más.
Y si añadimos una crema facial muy hidratante y, al mismo tiempo, nutritiva (Cosmética Natural o Bio), te garantizarás una piel preciosa y lustrosa, tengas la edad que tengas.